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Si el proyecto pide pista, arrancar por sprints es el camino

En Tupaca solemos decir que el product discovery siempre está, aunque no se haga formalmente (en nuestra última nota hablamos sobre el tema). Pero hay veces en que el cliente llega con una idea clara, conoce el proceso de desarrollo y necesita empezar rápido. En esos casos, lo mejor no es frenar para planificar: es organizar el avance desde el primer día, con foco y ritmo. Ahí es donde proponemos empezar directamente trabajando por sprints.

Qué significa trabajar por sprints

Un sprint es un período corto de trabajo (generalmente de dos semanas) en el que un equipo multidisciplinario (en nuestro caso formado por Project Manager, desarrolladores, UX/UI y QA) se enfoca en alcanzar objetivos concretos previamente definidos en un backlog.

Durante cada sprint se releva, analiza, desarrolla y entrega un incremento de producto funcional. Este modelo, propio de los frameworks ágiles, permite mantener un ritmo sostenido, dar visibilidad constante sobre el avance y ajustar las prioridades de forma dinámica.

Por qué a veces elegimos este camino

Cada proyecto tiene su contexto, pero hay situaciones en las que arrancar por sprints tiene mucho más sentido:

  • El cliente sabe lo que quiere. Tiene claro el alcance inicial y los objetivos del producto.
  • Existe madurez digital. Conoce cómo funcionan los ciclos de desarrollo y puede tomar decisiones ágiles.
  • Hay urgencia por validar. Necesita ver resultados pronto para tomar decisiones de negocio o mostrar avances a inversores.
  • Tiene presupuesto y prefiere distribuir la inversión mes a mes, con entregables reales en cada iteración.

En esos escenarios, los sprints permiten avanzar sin perder control: priorizando de manera flexible y ajustando el alcance según la evolución del proyecto.

Un modelo flexible y transparente

La principal ventaja de este esquema es su flexibilidad. El cliente define la cantidad de horas o dedicación por sprint según su presupuesto y la velocidad con la que quiere avanzar. Así, el ritmo del desarrollo se adapta al cliente, y no al revés.

Además, cada sprint deja un entregable tangible, lo que aporta transparencia y facilita la toma de decisiones: se avanza con información, no con suposiciones.

¿Listo para largar?

Empezar directamente por sprints no es improvisar. Es organizar el trabajo de forma ágil y progresiva, con un equipo que acompaña desde lo técnico y lo estratégico.

En Tupaca encontramos en este modelo una forma eficiente, colaborativa y escalable de arrancar proyectos que necesitan avanzar rápido, sin perder calidad ni foco en el producto.

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